20 Aniversario – Entrevista Tacha

Tacha, bailaora y cofundadora de Las Carboneras

«Mantenemos la tradición que había en Madrid de cantar los jaleos»

«Sobre quién destacaría yo sobre mi formación artística, he tenido muchísimos maestros de flamenco maravillosos con los que he aprendido muchas cosas, pero yo, en esta ocasión, me gustaría destacar a mi madre, Pilar Sánchez, que fue la que me enseño la danza clásica y la escuela bolera. Me enseñó una base clásica muy fuerte que luego me ha servido en mi profesión para muchas cosas que he hecho de flamenco y con mi compañía, Arrieritos, en la que hicimos un encuentro de diferentes lenguajes dentro de la danza. También me enseñó la disciplina, a amar la danza y a estar en un escenario desde pequeñita. Fue un aprendizaje muy bonito y todos los años pisábamos escenarios desde bien pequeña. Entonces, destacaría a mi madre porque siempre es verdad que la disciplina te la inculcan desde pequeño y el amor por la danza y el respeto hacia los maestros.

»Yo estuve dos años intermitentes en México y, cuando volví sobre el año 92, lo primero que hice más importante fue en la Sala Caracol con Belén Maya tocando las palmas y bailando. Ahí me vieron bailar y, a los dos o tres días, un día estaba en casa y me dice mi novio: “Te llama por teléfono Antonio Canales”. Yo estaba lavando ropa a mano porque no tenía lavadora, estaba lavando mi ropa de baile en la bañera, ahí raca, raca. Yo pensaba que era una broma y él me insistió para que me pusiera. Me puse al teléfono y me quedé muerta, en esa época no había móviles ni había de nada. Y me dijo si quería entrar en la compañía, que a la semana siguiente nos íbamos a Canadá. Y en una semana me tuve que aprender todo el repertorio que llevaba. Casi me muero. Claro, en esa época Antonio Canales estaba en pleno auge y para mí fue, vamos, maravilloso. Es una anécdota que tengo muy grabada, pero sobre todo el hecho de estar lavando ropa en la bañera y no creérmelo.

»Para mí bailar en un tablao es, primero, terapéutico. Segundo, entras en un estado de meditación tal, por el nivel de improvisación que hay y la concentración que tienes que tener, así como la comunicación entre los compañeros y el trabajo en equipo, que es maravilloso. Es como estar meditando y, a la vez, me siento libre y hay incertidumbre, son muchas sensaciones a la vez. La incertidumbre de no saber qué va a pasar, la maravilla de las energías, cómo fluyen, unos días muy bien y otros días fluyen muy mal, pero es la incertidumbre que te causa. Luego, la libertad. Sobre todo, eso, que para mí es muy terapéutico y enriquecedor.

»Las Carboneras. Es uno de los tablaos más importantes de Madrid, yo lo colocaría entre los tres primeros más importantes de Madrid, donde los artistas se sienten muy cómodos y donde hemos creado una forma muy personal de desestructurar los bailes. Hemos creado como una escuela, a nivel artístico. Luego, muchos tablaos se han acoplado a nosotros, por ejemplo al principio en cuanto a horarios. Ahora nosotros nos hemos acoplado a ellos porque hacen los pases todavía más temprano, los tiempos cambian. Pero nuestro tablao fue como una revolución. Y es uno de los tablaos en los que mantenemos la tradición que había en Madrid de cantar los jaleos, aunque ahora los hacemos más modernos y musicalizados, antes se cantaban sin guitarra. Es una tradición de los tablaos de Madrid y somos el único que lo mantenemos. Y creo que para los artistas es muy importante venir a Las Carboneras, a parte de lo bien que se sienten».