Patricia Domínguez
Empieza su formación en el año 2011 con 12 años en la Escuela de Flamenco Paca García, donde estudia todas las disciplinas de la danza y con mayor hincapié en el flamenco, siguiendo además clases magistrales con artistas de la talla de Antonio Canales, Eva Yerbabuena, Farruquito y otros.
Empieza su andadura profesional en el año 2016, con 17 años, en el Palau Dalmases de Barcelona y, hasta el día de hoy, está actuando con regularidad en Tarantos y Teatro City Hall con artistas como Pedro Córdoba, Iván Alcalá, La Tana, La Fabi, Raúl Ortega, El Perla y otros. Compagina actuaciones en espacios como el Teatro Poliorama y el Palau de la Música con el espectáculo Gran gala Chicuelo.
También tiene el privilegio, desde principio de 2018, de ser bailaora titular del tablao Puro Arte en Jerez, por cortesía de Raúl Ortega, donde aprovecha para seguir formándose con Manuela Carpio.
En 2018 consiguió el primer premio en el concurso de baile flamenco del tablao Las Carboneras de Madrid.
Entrevista Patricia Domínguez
»Para mí el tablao significa desnudarte»
«De mi formación artística destacaría que hay dos personas a las que siempre recuerdo aun estando ya trabajando o allí donde vaya. Siempre recuerdo sus consejos y son dos profesoras que tuve que se llamaban Eva Santiago y Susana Escoda, a parte de enseñarme lo esencial, los pilares básicos del flamenco. Además de eso, la formación artística la tuve en la escuela de Paca García. Paca, que era la directora, era una mujer que educaba con el refranero español, todo lo que decía y nos aconsejaba lo tengo metido en el sentido a través del refranero español conforme voy trabajando, coincidiendo con las personas y conviviendo. Es algo que me resulta curioso.
»En cuanto a lo profesional destacaría que, con 17 años, Iván Alcalá, que es un bailaor de Barcelona, me dio la oportunidad de empezar. Si él no hubiera visto algo en mí en la escuela y me hubiera dado la oportunidad, no sé qué hubiera sido de mí, no sé cuándo habría empezado a bailar. Empecé en El Principal con él y, a raíz de ahí, todo ha sido muy bonito y muy agradable, la verdad. Otra cosa muy importante que me marcó un antes y un después en lo profesional es cuando, gracias a Iván, coincido en el tablao City Hall de Barcelona con Raúl Ortega, un bailaor de Madrid que vive en Jerez y tiene su propio tablao, y cuando me vio bailar me dio la oportunidad de ir a Jerez. Yo tenía unas ganas locas de visitar esa tierra, esa cuna del flamenco donde aprendí muchas cosas del flamenco que yo no conocía. Sobre todo, cosas cotidianas del flamenco, lo que era convivir con el flamenco, que en Barcelona no había tenido la oportunidad de vivirlo cotidianamente desde que me levanto hasta que me voy a dormir. Eso es algo que, desde que lo conocí, voy anualmente, tengo mis propios amigos músicos allí y Jerez ya forma parte de mi vida.
»¿Y qué significa bailar en un tablao para mí? Para mí el tablao significa desnudarte, estar encima del tablao es desnudarte, ser transparente, no hay ni trampa ni cartón, tal cual te sientas ese día con tus vivencias, con lo que tú tengas, tú eres esa persona ese día y lo que pase ese día jamás nunca se vuelve a repetir. En un espectáculo tenemos luces, tenemos escenarios amplios, coreografías, todo eso tapa muchas de las cosas que podemos llevar nosotros dentro. Y en cambio en el tablao es todo lo contrario. Además del tú a tú directo en instantes de segundo con el guitarrista o con el cantaor, la improvisación, que se vive en el tablao diariamente, forma parte del tablao. Para mí es lo bonito del flamenco. Y conocer a personas. Lo bonito del tablao es que, vayas donde vayas a bailar, siempre conoces a gente nueva, te cantan personas nuevas, te tocan personas nuevas. Todo eso son sensaciones nuevas que aprender y que compartir. Y compartir en un tablao es algo maravilloso. De hecho es lo que llevo haciendo desde los 17 años y no me hallo sin ello».