Salomé Ramírez
Empieza a bailar de la mano de Rafael Muñoz con 4 años formando parte del cuadro de jóvenes promesas del flamenco Huella Jerezana (1994-1998).
En 1998, con 8 años, continua su formación en la academia de Manuela Carpio y Chiqui de Jerez, y sigue complementando su formación con maestros como Farruquito, Antonio Canales, Juana Amaya, Marco Flores, José Maya, Manuel Liñán, Farru, Patricia Guerrero, Rocío Molina, La Moneta, etc.
Ha recorrido peñas jerezanas como La Bulería, Los Cernícalos, Pepe Alconchel, Fernando Terremoto, El Pescaero, La Zúa o la peña flamenca la Perla de Cádiz.
En 2002, con 12 años, comenzó a trabajar en el tablao El Lagar de Tío Parrilla, dirigido por Juan Parrilla, en Jerez de la Frontera. A partir de ahí empezó a bailar en otros tablaos jerezanos como Tablao del Bereber, La cuna del flamenco o La Taberna Flamenca.
En el año 2007 participó en los Viernes Flamencos de Jerez de la Frontera.
En 2010 formó parte de la compañía de Farruquito con el espectáculo “Sonerías” estrenado en el Teatro de la Maestranza en la Bienal de Flamenco de Sevilla.
Desde 2012 hasta la actualidad empezó a formar parte del elenco de artistas habitual del Tablao del Carmen en Barcelona.
También ha realizado actuaciones en tablaos flamencos de Sevilla como El Museo del Flamenco de Cristina Hoyos, El Arenal o Los Gallos.
Desde 2014 hasta la actualidad forma parte del elenco de artistas del tablao flamenco Puro Arte en Jerez. En ese mismo año vuelve a participar en el festival Viernes Flamenco de esa misma ciudad y hace su primera gira por Japón realizando actuaciones e impartiendo clases en diferentes ciudades como Tokio, Osaka, Sendai o Nagoya.
En 2015 participa en el festival flamenco de Lyon con el espectáculo «De Lebrija a Jerez» junto a la cantaora lebrijana Anabel Valencia.
En 2016 obtiene el segundo premio del concurso de baile flamenco del Tablao Las Carboneras en Madrid.
En 2017 acude al festival de músicas del mundo de Copenague, Dinamarca.
Actualmente reside en Madrid formando parte de prestigiosos tablaos como Las Carboneras, Cardamomo o La Pacheca, entre otros.
«El tablao para mí es un lugar muy especial. Me siento muy a gusto encima del escenario y siempre es un placer poder compartir con compañeros de un nivel excepcional. Y abajo es una familia donde se respira cariño y muchísimo arte», explica Salomé Ramírez.