Marina Perea
Nace en 1989 en Málaga. Comienza sus estudios en la escuela flamenca de Susana Lupiáñez “La Lupi” (2001-2013). Es licenciada en Coreografía e Interpretación del baile flamenco en el Conservatorio Superior de Danza de Málaga en 2011. Continua como alumna de la Escuela de Cante Flamenco de la Federación de Peñas Flamencas de Málaga durante tres años (2008-2011), con los maestros Virginia Gámez (cante), Curro de María (toque) y Susana Lupiáñez “La Lupi” (baile).
Se forma también en diversos cursos de baile flamenco con artistas como: Soraya Clavijo, Pastora Galván, Torombo, Rafael Campallo, Juan de Juan, Oscar de los Reyes, Rafael de Carmen, Domingo Ortega, Fran Espinosa, Andrés Peña, Lidón Patiño “La Telera”, Carmen “La Talegona” (en la escuela flamenca de Susana Lupiañez “La Lupi”), Alfonso Losa, Nino de los Reyes, Javier Latorre, Marcos Flores, Jesús Carmona, Pedro Córdoba, Manuel Liñán, Belén de la Quintana, Belén López (en la escuela flamenca “Amor de Dios”), Rocío Molina y Fuensanta “La Moneta” (en el Conservatorio Superior de Danza de Málaga).
Recibió el primer premio en el concurso de Jóvenes flamencos de la federación de peñas flamencas de Málaga (año 2011).
Fue galardonada con el segundo premio en el I Concurso del Tablao Villa Rosa, Madrid (julio 2012).
En 2019 fue semifinalista del prestigioso concurso del Festival de Cante de Las Minas de la Unión.
Fue componente de la compañía flamenca de Susana Lupiáñez “La Lupi”, actuando en diversas galas por Europa con los espectáculos “7 historias hacen una vida” y “Carmen” de Bizet (2009-2011).
También fue componente de la Cía. Juan de Juan en el espectáculo “Sones negros” en el Festival Veranos de la Villa en los Jardines de Sabatini, Madrid (Julio 2014).
Formó parte de la Cía. de José Porcel en el espectáculo “Moralejas” en Tel Aviv (septiembre 2014) y en la gira por Estados Unidos con el espectáculo “Flamenco Fire” (septiembre, octubre y noviembre 2015).
Ha sido bailaora del cuadro flamenco del tablao Garlochí, Tokio (Japón) (mayo-agosto 2017). Actualmente es componente del cuadro flamenco de diversos tablaos de la capital como Villa Rosa, Las Carboneras, Cardamomo, Casa Patas, Cantares, Las Tablas, La Estación de los Porches.
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Entrevista Marina Perea
«Para mí bailar en un tablao es la forma más verdadera de poder expresarte»
«Sobre mi formación contar una anécdota que ocurrió cuando yo tenía cuatro añitos. Me fui a vivir con mi abuela y yo de chica era muy hiperactiva, muy nerviosa. Entonces había una academia de baile en el barrio y mi abuela me apuntó para quemar un poquito de energía y que me fuera a dormir más tranquilita. Allí estuve como tres años o cosa así, hasta los siete. En ese momento nos mudamos de barrio y mi madre me apuntó a la actividad extraescolar de baile. Allí conozco a un niño que estaba en el cole también y también bailaba, y fueron pasando los años y bailábamos juntos en el colegio y en distintos sitios. A los 10 o 11 años él había empezado su formación en el conservatorio ya que era dos años mayor que yo. Él se plantó un día en mi casa y habló con mi madre, como si fuera un niño grande, un hombre. Le dijo a mi madre que él veía que yo tenía mucho talento y que él quería que yo fuese con él al baile al conservatorio y a otra academia en la que él se había puesto a tomar clases. Mi madre habló con la suya y me apuntó en la nueva academia y en el conservatorio. Cuando llegué a la academia era aquella en la que yo estuve con cuatro añitos, pero que ahora la llevaba Susana Lupiáñez, “La Lupi”, que ha sido mi maestra siempre. Digamos que volví al mismo sitio donde de chica mi abuela me apuntó por casualidad. Y ahí he seguido toda mi formación hasta que me vine a Madrid.
»Os voy a contar lo primero que hice a nivel profesional. La primera vez que fui a un tablao fue en mi tierra, en Málaga, a los 16 o 17 años. Me llamó mi maestra porque necesitaban a una chica en un sitio, y ahí me presento en el tablao. Yo no tenía ni idea de qué iba la movida, yo llegué con un vestido súper bonito, muy arreglada, con mi peinado muy bien hecho, mi moño con redecilla, todo muy bien, como si fuera a hacer una prueba de conservatorio. Yo no tenía mucha idea. Entonces estaba en el camerino y las chicas que había, que no eran tan chicas y eran más bien señoras, de 30 o 40 años, tenían la sensación conmigo de ¿esta niña quién es y de dónde viene? Fue súper gracioso porque una de las bailaoras entró en el camerino y, sin saludarme siquiera, me miró de arriba abajo y me preguntó “¿tú quién eres?”. Y yo me quedé muy cortaíta, muy avergonzada, y dije “Hola, soy Marina Perea y soy alumna de Lupi, que ha hablado con la jefa del tablao”. Y directamente, sin decir ni palabra, lo primero que hace es sacarme ritmo por bulerías con las palmas y me dice: “¡A ver que lo vea!”. Vamos, me estaba haciendo como una prueba de acceso al tablao, me estaba haciendo una prueba para ver por dónde le iba yo a salir, a ver si yo bailaba a ritmo o no, si no tenía ni idea o tenía un poquito. Total que, cuando yo me veo en esa tesitura, esa muchacha tocándome palmas y yo con la cara desencajada, mi primer día con mi redecilla puesta, menos mal que tuve un poquito de lucidez y salí y le dije: “Sí, hazme palmas que quiero ver si tengo bien cuadrada una pataíta por bulerías que he sacado esta mañana”. Saqué la mejor patada que yo tenía, mi mejor recurso, la que tenía segura y firme, y se la hice en el camerino. Me dijo. “Vale, vale, está bien”. Me dio el consentimiento de sentarme en el taburete al lado de ella. Esa sería mi anécdota.
»Para mí bailar en un tablao significa poder bailar de la forma más libre que uno puede llegar a sentir, ya que no hay una coreografía establecida, no sabes qué va a suceder y hay muchos factores que te influyen a ti y al resto del cuadro. Primero, el factor emocional, el cómo uno se encuentre emocionalmente y también cómo estén tus compañeros. Entonces, para mí bailar en un tablao es la forma más verdadera de poder expresarte. Para mí realmente eso lo significa todo porque a mí me gusta moverme en la vida con la verdad absoluta a nivel de las emociones y poder expresarte tal y como te sientes y contar quién eres y como ves la vida a través de tu baile de la manera más verdadera y con total libertad. Evidentemente, existen unos códigos y todos tenemos unos recursos, pero la improvisación y la intuición te ayudan a llevarte por ese camino. Y después también, de manera artística, quitando ya la parte emocional y existencial de lo que significa bailar; de manera artística el tablao te curte, te hace ponerte las pilas y espabilarte. Ahí también uno saca de sí mismo toda la capacidad que tiene de adaptarse rápido a las cosas, a todos los cambios que surgen, del apoyo a los compañeros, de trabajar y controlar la energía de uno… Entonces, en cuestión artística eso te pone las pilas y te hace crecer muchísimo. Yo, desde que llegué a Madrid hace ocho años, era algo que deseaba y ansiaba (de manera bonita) poder bailar en un tablao. Porque sabía que ahí realmente era donde iba a saber qué era el flamenco, el baile flamenco, desde su origen. Evidentemente todo ha evolucionado, pero esa sigue siendo la verdad absoluta y lo que el flamenco es realmente. Para mí es primordial en la carrera de un artista flamenco pasar por el tablao, claro que sí. Pasar por el tablao y no como algo de paso sino vivir en el tablao aunque hagas muchas otras cosas, pero vivir en el tablao y tenerlo presente en toda tu carrera, claro que sí».