Alejandra Gudí
La bailaora almeriense, ganadora del primer premio nacional por alegrías La Perla de Cádiz en 2018, ha trabajado en compañías de baile de reconocido prestigio a nivel nacional e internacional como la de Antonio El Pipa, en los espectáculos “Pasión y ley”, «Vivencias», «De tablao» y «Puertas adentro»; la compañía flamenca de Carmen Cortés en el espectáculo “Mujer flamenca”; y el Ballet de Rafael Aguilar, en donde debuta como solista en la obra «Carmen».
Con el Ballet Flamenco de Andalucía, dirigido y coreografiado por Rafaela Carrasco, participa como cuerpo de baile y haciendo roles de solista en los espectáculos “En la memoria del cante, 1922”, “Imágenes” (20 aniversario del Ballet Flamenco de Andalucía), galardonado con el giraldillo al mejor espectáculo de la XVII Bienal de Flamenco de Sevilla, y “Tierra Lorca, cancionero popular”, galardonado con el giraldillo al mejor elenco de baile de la XVIII Bienal de Flamenco de Sevilla y finalista en los premios Max como mejor elenco de danza.
Con el Ballet Flamenco José Porcel ha trabajado participando en los espectáculos “Momentos” y “Encuentro” (espectáculo que contó con el maestro Antonio Canales como artista invitado). También ha colaborado, entre otras formaciones, con la Compañía de Rubén Olmo con el espectáculo “La muerte de un minotauro».
Compagina su trabajo en compañías de danza con su carrera en solitario trabajando en algunos de los tablaos mas prestigiosos de Madrid, como el Corral de la Morería, Corral de la Pacheca, Casa Patas, Villa Rosa, Café de Chinitas, Las Tablas, Torres Bermejas o Las Carboneras.
Entrevista Alejandra Gudí
«El tablao para mí es libertad»
«Cuando yo era chica e iba al conservatorio de Almería, resulta que era muy delgaducha, con los brazos y piernas muy largos, con los ojos claros. El prototipo totalmente de clásico. Entonces, mis profesoras se empeñaron en que yo era una niña de clásico. Y había un problema y era que a mí el clásico no me gustaba. Total, que un día me dan el boletín y las notas, muy bien en clásico y en español, suspenso. “Bórrame, mamá, bórrame”. El español me lo han suspendido y será que no sirvo y para clásico no voy porque no me gusta. Mi madre me dijo que no, que tú no te borras de ningún sitio. Gracias a Dios porque, si no, no sé que hubiese sido de mí. Pues nada, no hice caso a nadie y seguí con el español y mis cosas de flamenco. Hasta el día de hoy, ya no hubo escapatoria.
»Un antes y un después en mi carrera profesional fue entrar en el Ballet Flamenco de Andalucía con Rafaela Carrasco. Porque la vida ahí me puso con personas maravillosas a las que admiro infinito. Ya las admiraba antes de entrar allí, pero aprendí muchísimo de ellos, me cambió el concepto de muchas cosas, se me abrió la mente. Me cambió el concepto de baile, de espectáculo , aprendí otros lenguajes diferentes a los que yo habitualmente trabajaba. Y, quieras que no, creces artísticamente y se te va conociendo más, se te abren más caminos, una cosa te va llevando a la otra, vas trabajando más, se te abren más puertas. Entonces, claramente, fue un antes y un después.
»¿Y qué significa para mí trabajar en un tablao? Es el medio por el que yo me siento libre, libertad. Porque tú cuando te subes en el tablao no sabes nunca qué te puede pasar, no sabes quién te va a cantar, qué te van a cantar, cómo, cuántas letras, qué te van a tocar, cuántas falsetas, no sabes nunca nada. Bueno, dentro de unos códigos, lo que va pasando va fluyendo y nacen cosas maravillosas, mágicas, que surgen en el momento. Entonces, para mí es libertad».