Lidón Patiño

Lidón Patiño

Lidón Patiño

Titulada por el Conservatorio Profesional de danza de Madrid. Formada de la mano de grandes figuras del flamenco. Ha trabajado en compañías como en la de Lola Greco. Solista en varias compañías como las de Rafael Amargo, José Huertas y Marta Fernández, y en el gran espectáculo “De flamencas” de Marco Flores, entre otros.

En 2011 es galardonada con el primer premio de flamenco en el Concurso Internacional de Danza de Almería, y, a final de dicho año, es premiada como Joven Promesa del Flamenco en el XX Certamen de Danza Española y Flamenco de Madrid.

Ha presentado espectáculos propios en festivales de prestigio como Suma Flamenca de Madrid, donde estrenó “Reflejo”, y el Festival de Jerez, donde llevó el espectáculo “Flamenco”.  Formó parte también del Festival de los nuevos valores del flamenco XI Larachí Flamenca, estrenando su espectáculo en Sevilla y llevándolo a Paris y a Turquía.

En abril de 2013 viajó a Japón con Enrique “El Extremeño” y comparte escenario con artistas excepcionales como Juan de Juan, Jesús Carmona, La Moneta, Carmen la Talegona, Luis de Luis, Soraya Clavijo, Karime Amaya y Farruco para el Festival Flamenco en Japón 2013.

Ha impartido cursos de flamenco en diferentes países del mundo, y durante sus estancias en Madrid imparte cursos intensivos en la prestigiosa escuela de flamenco Amor de Dios.

En Madrid trabaja en tablaos como Las Carboneras, Casa Patas, Villa Rosa, El Corral de la Morería, El Café de Chinitas, entre otros.

Actualmente es una de las componentes de la reconocida banda fusión Patáx, con la que ha recorrido los mejores festivales de jazz, viajando a países como EE UU, Lituania, Francia, Costa Rica, Brasil, Perú, Portugal, Polonia, República Checa, Alemania y Marruecos.

 

Entrevista Lidón Patiño

 

«En cuanto a mi formación lo que destacaría es que me he formado con muchísima gente porque en Castellón hubo una audición-concurso todos los veranos y, si concursabas, te otorgaban una beca. Desde el primer año que se empezó a hacer, cuando yo tenía 13-14 años, me presenté y gané varias becas muy buenas que me permitieron venir por ejemplo a Madrid, la primera vez. Los cursos no solo eran de flamenco, sino también de danza clásica, estilizada y flamenco, por supuesto. Otro año me mandaron a Jerez y otro a la Fundación, a Sevilla. O sea, que tuve la oportunidad de aprender con grandes maestros y de mucha variedad. Sí tengo que destacar es que con quien más estudié los últimos años de mi formación en el Conservatorio en Madrid y de forma personalizada fue con Carmen La Talegona, de quien fui alumna suya. Pero no ya solo porque me enseñara en las clases sino porque aparte es una amiga y compartíamos muchos ratos juntas y aprendí mucho de verla a ella bailar, de conocer mucho su baile y ver cómo ella lo usaba. Yo aprendí mucho de Carmen. Llegó un momento en que nos metíamos las dos a estudiar y sacar cosas juntas. Así que la mezcla de respeto hacia esa artista y el querer mejorar, me hizo ser muy creativa.

»Hubo un antes y después en mi carrera cuando empecé a trabajar con Marco Flores. Antes, cuando yo pensaba que no podría trabajar en ninguna compañía debido a mi estatura pequeñita, que no es el estereotipo de bailaora de compañía, entré en la compañía de Rafael Amargo como solista. Antes había trabajado con Lola Greco y con Marta Fernández y José Huertas, que fue la primera compañía en la que fui como solista. Pero el antes y después fue con Marco, que para mí fue algo muy importante en mi vida porque fue un solo espectáculo y una temporada, pero giramos por el mundo entero. Yo aprendí mucho de él, de poder bailar a su lado… No sabría expresarlo con palabras, pero me aportó tanto a nivel artístico y a nivel humano y de liderazgo, de cómo él ha llevado su compañía, que me parecía espectacular. La verdad es que eso fue un antes y un después.

»¿Anécdota? En el Festival de Flamenco de Japón en el que, por unas cosas y por otras, me vi programada en un cartel en el que estábamos cinco bailaores y cinco bailaoras y todos ellos habían sido mis ídolos, mis maestros, personas que yo llevaba viendo años y que veía súper lejanos. Me veía muy chiquitita, pero aprendí mucho en ese viaje. Íbamos Karime Amaya, La Talegona, Soraya Clavijo, La Moneta y yo, de mujeres. Y de hombres iba El Farru, Juan de Juan, Jesús Carmona y Luis de Luis. O sea que, para mí era como decir qué leches hago yo aquí. Pero lo guardo como anécdota en el aspecto de que ¡aprendí tanto compartiendo con ellos! Aprendí mucho y, además, me sentí muy a gusto con ellos y me gustó la experiencia, me gustó verles bailar entre cajas cada día. Fue una experiencia muy bonita y fue un regalo de estos que te pone la vida y valoro mucho la oportunidad de haber podido estar ahí.

»Para mí bailar en un tablao es una mezcla entre mucho, mucho, mucho respeto y autosuperación constante. Es como la prueba de fuego, ahí se ve lo que tú eres como artista. Para mí es un reto cada día que te subes a un tablao, hay que sacar lo mejor de uno, hay que estar hábil en la respuesta bailando y me parece que bailar en un tablao nos hace a los bailaores ser más conocedores cada día un poquito más. Aunque creo que nunca se deja de aprender en esto y menos en un tablao. En un tablao se está en constante aprendizaje. Para mí es un honor y es un honor poder estar en Las Carboneras, que es una de mis casas favoritas, donde yo más a gusto me siento y es un honor que contéis conmigo  porque disfruto de corazón, de verdad».